domingo, 6 de mayo de 2012

Cambios tecnológicos... El correo


 Es un domingo por la mañana, todo a gusto y comienza la canción de The Carpenters: Postman, de 1975. Esto me llevó a recordar una realidad prácticamente inexistente en nuestros días, donde las comunicaciones personales incluían el correo físico como parte de los modos de mantener en contacto a las personas. Veamos...


Hoy por hoy, es innegable que contar con el correo electrónico, y otros medios más sociales, es una ventaja notable para mantener la vigencia del contacto entre personas. Y digo vigencia porque éste es el punto central de este post. Mantenernos en contacto con nuestros seres queridos es algo que ha existido a lo largo de toda la historia de la humanidad. Sin embargo, el medio para hacerlo ha variado mucho desde los tiempos antiguos y eso ha afectado escencialmente la manera en la que valoramos ese estar en contacto entre nosotros.



Hace apenas unas décadas, aún con la existencia del teléfono, el correo físico era un medio privilegiado, y lo era por lo siguiente: escribir una carta requiere de tiempo. Justamente, el tiempo dedicado a escribir una carta implicaba pensarla con antelación, cada párrafo. Nos invitaba a pensar detenidamente la idea que queríamos expresar, inyectar a cada frase un cúmulo de ideas y sentimientos, de un modo tal, que exigiera al destinatario dedicación en la lectura, tanto tiempo como fuera posible. Era un modo de permanecer unidos mientras la carta era leída, atrapar al lector en nuestra memoria, llevarlo a compartir con nosotros detalles relevantes en nuestra vida y por ello, mantenerse unidos. Una carta era realmente una extensión de nosotros mismos.



Por otro lado, era importante saber que, una vez que la carta se ponía en su sobre y se depositaba en el buzón no había vuelta atrás. Pasarían una, dos o tres semanas para que el destinatario la recibiera. La ansiedad de la espera o la sorpresa de recibir una carta tenían que ser retribuídas con un buen contenido, significativo, de un cierto peso. Por eso, el remitente se esmeraba tanto, cuidaba su letra, su ortografía, y las frases que eran, literalmente, elementos con los que sería identificado y reconocido. Es por eso, que cuando uno escribía una carta, omitía los detalles banales de nuestra vida cotidiana que serían intrascendentes para cuando el destinatario la recibiera, se escribía sólo aquello que, de algún modo, permanecía en nuestro interior como algo que era significativo.



Todo esto, se debía en parte al transcurrir del tiempo. Es decir, con un intervalo tan largo de tiempo entre enviar la carta y recibirla, las consecuencias de una mala carta eran difíciles de remediar o percatarse de que faltó incluir algo importante se tornaba en una inquietud que crecía con los días.



Con el advenimiento del correo electrónico, twitter, facebook y demás medios sociales, el tiempo necesario para mantener esa vigencia en la comunicación se ha reducido tanto que prácticamente podemos hablar de inmediatez. Mis seres queridos pueden estar al tanto de mis actividades, pensamientos y sentimientos casi en el mismo momento en que ocurren. No puedo quejarme de semejantes maravillas, pero tambien es cierto que hay un precio alto que hemos pagado por esas bondades.



La inmediatez en las comunicaciones se ha cobrado con los detalles de nuestras ideas y sentimientos, que suelen perderse precisamente por la velocidad. Esto es, el carácter impersonal de los medios electrónicos y su inmediatez facilitan que ideas y sentimientos sean reducidos a un mero transmitir información, información que se desnuda del cariño, de las intenciones, de las sugerencias implíscitas en las ideas enviadas. Sin duda, la relación entre enamorados, por poner un ejemplo, ha cambiado notablemente. Antes, "amor de lejos era de pen...sarse" y hoy cambia toda la situación.



Hoy la inmediatez nos ha invitado a presentarnos a los otros con lo más cotidiano, a veces completamente banal e irrelevante, y pocas veces se comparte y expresa lo que es realmente trascendente para nosotros. Así pues, parece que uno de los precios que hemos pagado por la inmediatez en las comunicaciones es una falta de sustancia en lo dicho o mostrado, como un juego un tanto perverso en el que la inflormación es mucha y fluye sin descanso de una máquina a otra pero, carente de contenido relevante, sin peso. Pareciera que en ocasiones la base de nuestra comunicación con los seres queridos es nuestra vida cotidiana convertida realmente en Spam en información inútil y carente de sentimientos. La ansiedad de la espera, de antaño, se ha trasladado a una ansiedad de no saber qué pasa con los otros en este preciso instante, y aunque puede no estar sucediendo nada relevante, la ansiedad persiste.

Podemos escribir un correo sin pensar mucho puesto que si después notamos un error o que falta información, podemos escribir otro donde arreglamos la situación. De ese modo, recibimos mucha información relevante no en un sólo correo sino en varios, a pedazos, donde hay que ir reuniendo las piezas cruciales de información, las significativas, para finalmente tener la idea completa. Simplemente esto me parece raro.



No obstante, no cabe duda que me divierto con el face, con este mismo blog que puedo editar en cualquier momento... Si, sin duda es una época donde la información, aquello que expresa nuestras ideas y sentimientos, es muy diferente, con sus ventajas muy claras pero con una oscuridad que debe ser tambien develada pues finalmente se trata de nosotro mismos y la manera en la que nos compartimos unos con otros.



M. Salles.

2 comentarios:

  1. Vaya que suena interesante y muchas gracias por compartirlo. Y, justamente, hace días en una charla con un grupo de padres y madres de familia hacia referencia a este tema -en otro contexto, claro- pero la idea es la misma, hemos olvidado lo bien que se siente recibir una carta, ya que un correo electrónico o un in box no transmite esos sentimientos y emociones que se pueden plasmar a mano.

    Sin embrago como afirman algunos sociólogos, nos encontramos en la posmodernidad, concretamente en una era líquida, y es que todo fluye, todo cambia y aunque no está del todo mal, de pronto si nos olvidamos de crear lazos sólidos; nos dejamos llevar más por esa rapidez en la que vivimos. En fin, seguiremos compartiendo... saludos a Ruth.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Isra por el comentario :-) Si, hay mucho que decir aún, esto apenas comienza...

    ResponderEliminar

Agradezco sus comentarios...